El gas de Fast & Furious

El poder del automóvil en el mundo audiovisual

La historia de la sociedad de consumo es en gran medida la historia del automóvil. Supuso movilidad y libertad sexual para la clase obrera. Prosperidad. Y anuncios con frases vacías y neologismos con familias modélicas, blancas, normativas y heterosexuales.

Eslóganes y spots que apelan a la libertad, al encuentro con uno mismo, a la comodidad, a la sexualidad—’Todo trata de sexo, excepto el sexo’ que dijo Oscar Wilde y popularizó Kevin Spacey interpretando a Frank Underwood en House of cards—al poder y en última instancia a la familia. Todo intercambio de mercancías es un intercambio de mensajes y tiene un componente semiótico. En este caso, además, el coche es una mercancía fetichizada que siempre busca ser atractiva y novedad.

¿Qué tiene Fast & Furious para gustar tanto? Me lo he planteado durante años teniendo la respuesta delante. Un fenómeno que cuenta con su propia atracción en Orlando. Una saga que comenzaba con otro punto morboso: las carreras ilegales. Todo lo prohibido, si encima está bien ejecutado y es consecuente con su línea narrativa y de producción como fue el caso, atrae y es un plus.

Aunque acabé perdiéndole la pista antes de alcanzar el ecuador de la totalidad de cintas que componen la serie de películas, un muy buen amigo y la curiosidad me han ido poniendo al día. Caras nuevas que refrescaban cada película (incluidos músicos famosos), contracultura frente al trend de Hollywood comentado, redención de personajes, apuesta por el trabajo con stunts y artesanos del oficio, el ingenio y el ser consciente del género al que pertenecen le han llevado tan lejos. Si la escena pide fanservice, lo dan. Si tienen que reírse de sí mismos, lo hacen.

No quedó ahí, claro, la carga dramática fue aumentando y la trama llegó hasta el espionaje internacional. La adrenalina de la velocidad, el motor inyectado de testosterona y un humor propio le han permitido tener su propio lore con el que bailar un tango si hace falta.

Sobrevivió a la irónica muerte de Paul Walker gracias a que resignificó el abuso de chistes y clichés. Lejos del mainstream, ha creado su propio universo de finales felices tras plot twist absurdos y héroes y villanos caricaturizados.

Y es que entré hace no demasiado en el mundo John Wick, y descubrir que uno de los detonantes de la trama es que le roban el coche me fascinó. Como si le hurtaran su virilidad pero lejos de amansarle le convirtieran en el peor perro rabioso (uy, mal símil). Aquí analizamos al mejor mercenario del cine:

Una saga que juega con maestría con la acción inverosímil y la autoparodia. Se desliza por la fina línea sin caer en lo burdo.

The Italian Job, Drive, Taxi Driver, Collateral con un Tom Cruise rompiendo los esquemas a los que nos tenía acostumbrados o 60 segundos con una Angelina Jolie que aún no se había metido en la piel de Lara Croft. Películas imprescindibles si hablamos del volante y la conducción. Aunque la mejor edición jamás realizada en postproducción es la de Baby Driver (Edgar Wright). Y si hablamos de viajes: Green Book, Hacia rutas salvajes, Airbag, Bonnie & Clyde, Fresas salvajes (la película de culto de Bergman) o Diarios de motocicleta (por la que Jorge Drexler ganó el Oscar con su tema ‘Al otro lado del río’… aunque no le dejaron tocarla en la gala y tuvo que hacer esto)

¿Mi favorita? Una road trip. Thelma & Louise. Y vuelve a reflejar lo comentado, emplea el automóvil como el elemento emancipador y de empoderación. La liberación empieza y termina sobre las cuatro ruedas.

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Soy Álvaro

El 5 de julio de 1954, mi abuelo inauguraba el ‘Liceo Coll’ en Quart de Poblet. El título de esta web pretende homenajearlo.
Después de muchos años enfocándome principalmente en el deporte olímpico, quiero volver a escribir sobre todo aquello que se me pasa por la cabeza: noticias, cine, literatura, deporte, videojuegos…