La memoria de los aledaños

Las cuatro esquinas I.

Contemplo como el sol va alcanzando el punto más alto con tranquilidad. No hay clientes en el bar todavía ni mucha actividad por la calle. Últimamente me está costando desconectar de las preocupaciones, pensar demasiado en el futuro no es bueno. Me pierdo en mis cavilaciones sobre la existencia, o no, del karma, hasta que por fin llega la persona con la que me había citado.

—Qué fan eres de Mestalla…— dice alargando su mano para estrechármela.

—¿Por?— no es mentira, pero me sorprende su comentario.

—¿Por qué quedar tan lejos de casa si no?

    Miro a mi izquierda al estadio valencianista y sonrío, no estaba planeado, pero enseguida recuerdo a un par de brasileños cuya historia me va a ser muy útil. Mi acompañante se pide un café, y yo le doy un sorbo a mi cerveza.

    —¿Sabes qué bar es este?

    —Suecia 15, ¿no?— dice despreocupado.

    —Ahora sí, pero cuando los entrenadores todavía se iban a almorzar con los jugadores tenía otro nombre.

    —¿Ya vas con tus historias de ‘odio al fútbol moderno’?— su mirada destila más alegría que hastío.

      Le doy otro trago al tercio y el camarero llega con la bebida del recién llegado. Asentimos con la cabeza en señal de agradecimiento. Empiezan a entrar más personas al local cuando por fin ordeno mis pensamientos.

      —Antes, hace muchos años, este establecimiento se llamaba Bar Walgui. Por dos grandes jugadores del Valencia.

      —¿Ah, si?

      —En 1961, el delantero brasileño del Valencia, Walter, tuvo un accidente de coche en la carretera de El Saler. Chocó contra uno que iba en dirección contraria y acabó rebotado en un camión. Algunos jugadores fueron a celebrar el santo de Coll en varios coches, por lo que Sócrates y Coll también viajaban con él, pero ellos tan solo sufrieron leves heridas—hago una pausa para comprobar que tengo su atención—. Fíjate que él no quería ir a la celebración, que le tuvieron que convencer, porque acababa de ser padre por cuarta vez y quería ir directo a ver su mujer. Se le quería mucho, miles de personas fueron a su entierro, llevaba ya tres años aquí, desde los 26.

        Tras la tragedia, el club disputó un partido homenaje contra el Fluminense. En el equipo brasileño estaba Waldo, que marcó dos goles y enamoró a la grada. El Valencia perdió 2–3, pero posteriormente se desplazó hasta Brasil con 6 millones de pesetas para fichar a aquel delantero centro.

        —¡10 años!—recalco— diez años estuvo marcando goles de todos los tipos. Porque, entre otras cosas, era un excelente lanzador de faltas. Formó junto a Vicente Guillot una pareja memorable. Además de por ser una gran persona, pasó a la historia por ser el futbolista que más goles logró entre Copa de Ferias y Copa de la UEFA. Brillaba en los campeonatos nacionales y en los internacionales. Fue el primero en marcar un gol en competición continental— veo que se entusiasma ante mi relato—si no recuerdo mal aquí ganó dos Copas de Ferias seguidas y una Copa de España. Con Ansola también hizo una buena dupla.

        —¡Qué pasada! Pero, ¿por qué me cuentas esto?

        —Porque Walgui viene de juntar Waldo y Guillot— sonríe y mira las paredes del restaurante, como si pudieran contarle las historias de los que entonces aquí se reunían— fíjate si era querido que en Torrent hubo un club de fútbol que se llamaba Peña Waldo. Llegaron a jugar en primera regional y él llegó a jugar algunos partidos con ellos, ya que vivió durante unos años en El Vedat.

        —¿Y ellos abrieron el bar?

        —Sí—carraspeo— aunque no les fue muy bien, ellos no tenían mucha idea de cómo regentarlo y no delegaron en buenas manos, así que no les salió rentable y acabaron por cerrarlo más pronto que tarde. ¿Pero sabes qué?— me mira fijamente— la afición pasó del dolor, por el que todos pasamos alguna vez en la vida, a la alegría de conocer a su nueva estrella. Waldo aprovechó la oportunidad en aquel homenaje para brillar y encontró un nuevo hogar.

          La silla de quién me escucha con atención rechina mientras se inclina. Venía a hablar de la importancia de la memoria, ya sabe por dónde voy.

          —Ya sabes qué opino de la definición y de los conceptos de éxito y fracaso. Para Waldo y Guillot fue un fracaso su cervecería, pero no es cierto. Su bar ha pasado a la historia, y ya en aquella época supuso un lugar de peregrinaje para los aficionados, donde compartían mucho más que alineaciones; compartían historias, iniciativas y pasiones. Y Walgui forma parte del club, es un trocito de esta calle, tiene un valor testimonial y sentimental incalculable. Meriton está limitando la utilidad y el éxito a lo monetario. Está esquilmando el club y cada vez queda menos de él.

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          Soy Álvaro

          El 5 de julio de 1954, mi abuelo inauguraba el ‘Liceo Coll’ en Quart de Poblet. El título de esta web pretende homenajearlo.
          Después de muchos años enfocándome principalmente en el deporte olímpico, quiero volver a escribir sobre todo aquello que se me pasa por la cabeza: noticias, cine, literatura, deporte, videojuegos…