El Liceo Coll

La nave de la hiperconexión

Estamos en la era de la angustia. Amenazas de guerras, consumo excesivo de información… el algoritmo pesa más que la agenda de los medios de comunicación y la ansiedad parece inevitable. El miedo y la zozobra nos hace manipulables, todo relato tiene detrás una intención.

Tras el apagón, y alimentado por la histeria bien cebada por los amantes de la conspiración, ha vuelto a ponerse de moda el kit de supervivencia de 72h. Cuando tienes gurús que llenan butacas todo es más fácil. ¿Tan vulnerables somos al populismo y a la demagogia?

Todo tiene una preparación. Estamos siendo acosados por imágenes e historias: de la DANA, de Ucrania o de Gaza. Sufrimiento de familias, masacres, mutilaciones y hambruna para desayunar, comer y cenar.

Clickbaits que invitan al pánico con los aranceles y a la marginación con el precio de la vivienda y el movimiento okupa —cortesía de Securitas Direct— mientras se siguen estudiando los problemas y traumas de la pandemia en estas generaciones.

El periodismo morboso, sin filtros, puede hacer casi el mismo daño que el de los bulos. Consigue que el espectador se encierre en un pensamiento circular del que no sale. Se retroalimenta en su idea de esa supuesta tercera Guerra Mundial. Nuestra percepción de la realidad es moldeable. La exposición prolongada a las redes y a la televisión es su terreno de juego.

Impactar con sentimientos y emociones ya sabemos que es más efectivo que con los datos. El problema añadido ahora es el temor social y la adicción a las noticias negativas en la que nos hemos instalado. Como en Matrix, hay que desconectar. Pero, ¿nos ayuda ponernos una venda y no enterarnos de las cosas? Desde luego que no, la ignorancia también nos convierte en presa fácil, la clave es el tono del relato y la perspectiva. El cómo. Pero alarmar tiene premio en algunas naves controladoras.