El rácord y la ilusión

La continuidad entre planos que mantiene la ilusión

Los cambios bruscos de iluminación o en la posición de los objetos de la estantería, la cantidad de agua en un vaso, un peinado que es diferente en el siguiente plano… José Mota ha hecho bromas al respecto y uno de mis cortos favoritos aborda con humor el salto del eje, elementos a tener en cuenta a la hora de que fluya la narración y no sacar al espectador de la historia.

El raccord es crucial para crear la ilusión de realidad y mantener la atención del espectador, para que no falle el acuerdo entre creador y consumidor. A fin de cuentas sentarnos a ver una pieza audiovisual forma parte de un pacto no escrito, estamos dispuestos a creernos lo que nos dan siempre y cuando entremos en una supuesta coherencia. Hay unas normas básicas de verosimilitud asimiladas culturalmente y ya no tenemos que fingirlas, si el personaje sale del plano por la izquierda atravesando una puerta ficticia, el código con el que hemos crecido asume que en la siguiente sala aparecerá por la derecha, que habrá una continuidad.

Algunos directores de corte más transgresor rompen a propósito con esto para incomodar y/o innovar (que quede bien en montaje sólo está al alcance de genios), y cuando consumimos un cine que no está impregnado de la herencia occidental a veces nos cuesta entenderlo por esto mismo: nuestra mirada está educada de otra forma.

Puede parecer algo superfluo e incluso técnico, que sólo afecta a producciones amateurs o que hace falta una mirada entrenada para ver lo que el script (encargado de vigilar que no ocurran estos errores) no advirtió durante el rodaje. Pero no es así, a veces los fallos de rácord más grandes ocurren en películas y series mainstream. Igual no sabes qué te rechinaba de esa escena, pero era esto. Voy a poner dos ejemplos de La que se avecina. El primero un fallo durante la grabación.

La moto debería haber aparecido por la pared del cabezal de la cama (e incluso quizá a la derecha de la puerta del bar). Cuando un mago desvela sus trucos y vemos el cartón todo se vuelve decepcionante.

Pero la culpa puede recaer también en la fase final. En la de postproducción. En esta ocasión todo parece indicar que no se siguió la escaleta en edición. El propio Alberto Caballero (uno de los creadores) tuvo que disculparse en twitter el día del estreno del capítulo cuando el fallo fue Trending Topic.

Parece obvio que Vicente Maroto no puede entrar en la discoteca y acto seguido estar en el comedor de la casa de su hijo. O las secuencias grabadas no estaban bien etiquetadas o al responsable de montar el episodio se le movieron en la línea de tiempo del editor.

La pérdida de coherencia hace que descubramos las mentiras. Y aunque tuviéramos asumida la falacia de antemano, no nos gusta sentirnos engañados, y menos por nosotros mismos cuando ya estábamos inmersos en ella, dentro de la ensoñación, aceptándola y participando del ritual audiovisual.

¿Por qué nos gusta la coherencia? Porque podemos establecer patrones, porque nos ayuda a predecir. De pequeños vemos una y otra vez la misma película, nos encanta (en mi caso era el VHS de El libro de la selva, preguntad cuál era la vuestra) porque saber lo que va a pasar a continuación nos da sensación de poder y de seguridad. La ruptura del raccord nos lo arrebata.

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Soy Álvaro

El 5 de julio de 1954, mi abuelo inauguraba el ‘Liceo Coll’ en Quart de Poblet. El título de esta web pretende homenajearlo.
Después de muchos años enfocándome principalmente en el deporte olímpico, quiero volver a escribir sobre todo aquello que se me pasa por la cabeza: noticias, cine, literatura, deporte, videojuegos…