Las preguntas que nos sigue dejando Death Note

El contexto de un manga y un anime irrepetible

Este pasado fin de semana una muy buena amiga me comentaba el tema de su TFM: el manga como recurso didáctico, en el que utilizó Death Note y la filosofía como base. Evidentemente se lo he pedido para leerlo.

Pero como no puedo estar quieto, a la espera, he revisitado los tomos de mi estantería en las últimas horas y vuelto a bucear en el contexto de una historia que en su día me atrapó como pocas lo han hecho.

Death Note surgió a inicios del siglo XXI en medio de una sociedad japonesa muy distinta a la que había dominado buena parte del mundo, sobre todo en el apartado económico. Dos décadas antes, las industrias niponas comenzaron a invadir la economía y los gustos de la inmensa mayoría de los países desarrollados. Fueron años en los que las marcas japonesas le arrebataron el protagonismo a sus competidores en las tiendas de todo el mundo, obligando a los occidentales a cambiar su modo de actuar.

Frente a la precisión y eficacia europea, los japoneses impusieron una nueva forma de comportarse, basada en un consumo mucho más agresivo y competitivo. No se trataba de buscar tanto la calidad del producto, sino de estar siempre atento a la última novedad del mercado para luego hacerse con ella. Al final, y poco a poco, la calidad igualó al ritmo de producción, con lo que los consumidores pudieron afrontar cada nueva moda con productos de gama alta a precios competitivos para sus bolsillos.

Durante 1990, muchos inversores japoneses empezaron a calcular el valor real de sus activos en bolsa. Aquel movimiento de recapitulación desembocó en un drástico descenso de las ganancias, cifrado en cerca de un sesenta por ciento a finales de 1992. La consecuencia directa de todo fue que no sólo se vieron afectadas las operaciones de las grandes empresas, sino también los ahorros de muchos ciudadanos de a pie, los cuales habían invertido buena parte de su dinero en un mercado que ahora se hundía rápidamente.

Además el gobierno se tuvo que enfrentar a una tasa de paro cada vez mayor —algo inaudito una década antes— y al desencanto que dicha situación propició en la población. Una consecuencia directa de todo esto se tradujo en el desarrollo de enfermedades y patologías difíciles de entender para la mentalidad occidental. Una de ellas, denominada Karaoshi (muerte por exceso de trabajo), continúa hoy en día, siendo una importante causa de mortalidad en la sociedad japonesa.

La crisis económica y social de los años noventa también dejó al descubierto otros problemas que siguen sin solucionarse en el presente siglo. Uno de ellos es la terrible competitividad que existe entre los estudiantes para acceder a las universidades del país insular. La competitividad es tal que a los exámenes de acceso se les denomina con el término budista Shiken Jigoku (los exámenes infernales) para referirse a ellos. No es de extrañar que el guionista de Death Note lo nombre durante el desarrollo de la trama como una parte muy importante en la vida de un estudiante local y sirva, de paso, para que los lectores occidentales se familiaricen con la manera en que la que se rige el sistema educativo asiático.

La consecuencia directa de todo esto es que cada vez son más los estudiantes que abandonan el instituto y se niegan a formar parte de un sistema tan inflexible como éste. Light Yagami, el protagonista de Death Note, sin embargo, no se siente especialmente amenazado ni influenciado por el sistema educativo, dado que es un chico superdotado —lo mismo que ocurre con L, su antagonista en la primera parte de la obra—.

La suma de todos estos factores terminó por propiciar un abandono de las viejas costumbres, tanto sociales como a nivel de producción. Las nuevas generaciones, decidieron coger un camino distinto al de sus progenitores y dedicarse a otros menesteres que no les obligaran a llevar la misma vida rutinaria que ellos. Y tras unas reglas nuevas, nuevas creencias.

Se calcula que en las últimas décadas se han registrado, formalmente en Japón, más de 180.000 cultos religiosos distintos. Estos datos incluyen tanto cultos legales —ya sean sectas budistas o shintos— como aquellos de dudosa financiación, como grupos de ultraderecha que siguen ciertas costumbres arcaicas, como los peligrosos uyoki dantai. Muchos de ellos tuvieron una vida corta, dado su escaso bagaje ideológico. Otros, no obstante, han pasado a la historia por su radicalismo y por las víctimas que, al igual que otros cultos en el resto del mundo, terminaron dejando a su paso.

El más recordado de todos fue el denominado Aum Shinrikyo, responsable del atentado con gas sarín en el metro de Tokio en marzo de 1995. En total fallecieron doce personas y otras 5000 resultaron afectadas por este atentado relacionado con la llegada del fin del mundo, según declaraba su iluminado líder. Esta proliferación de cultos acabó teniendo su reflejo en otras expresiones artísticas como el cine, con películas como Distance, de Hirokazu Koreeda, o Jigoku, de Teruo Ishii.

El culto religioso que surge alrededor del dios Kira a lo largo de la obra es una nueva muestra de cómo las raíces de Death Note beben directamente de problemas reales que han sacudido al Japón contemporáneo.

Los noventa también trajeron un tremendo incremento de la violencia en los centros educativos, violencia que se cobró algunas víctimas mortales. En 1999 se denunciaron más de 35.000 incidentes relacionados con la violencia en las aulas. Algunos de estos casos tuvieron que ver con torturas por parte de grupos de estudiantes a otros compañeros de clase. Dos años antes, un estudiante de catorce años mataba a otro de tan solo once sin que existiera ninguna causa que pudiera explicar aquel crimen. Esta falta de razones, o la facilidad con la que muchos de estos crímenes se cometieron, pueden ser reveladores para llegar a entender la personalidad de Light Yagami y la naturalidad con la que el personaje comete sus crímenes —algo que también se puede aplicar a la personalidad de Misa Amane, aunque sus motivaciones sean distintas a las de Yagami—.

Death Note debutó en las páginas de la revista Weekly Shonen Jump en diciembre del año 2003. Weekly Shonen Jump es una de las revistas especializadas en publicar manga para público adolescente masculino más conocidas del mercado nipón. Los autores responsables de Death Note tuvieron que adaptarse a las necesidades propias de la revista, suavizando los contenidos de la historia para su público. No obstante, a priori, el proyecto tenía muchas probabilidades de no prosperar en la mencionada revista, pero llegó a un mercado en el que se buscaban nuevas recetas para obtener el favor de los lectores.

La revista Big Comic Original acogió en sus páginas la impactante serie Monster de Naoki Urasawa (creo que es mi manga/anime favorito). Se trata de una serie mucho más cercana al suspense y al drama existencial que al terror, algo que también bordea Death Note en muchos de sus capítulos. Los personajes de la historia creada por Urasawa se ven atrapados en medio de una telaraña de sucesos históricos, los cuales les obligarán a tomar decisiones que van en contra de sus convicciones más íntimas. Esto favoreció al estilo de obra con el que Death Note llegó, y pudo demostrar que los lectores de Weekly Shonen Jump podían sentirse atraídos por temas pensados para otros segmentos de público y ser igualmente fieles.

El enfrentamiento entre antagonistas está presente en ambas: Light Yagami / L (y Near después) en Death Note y el doctor Tenma / Johan en Monster. Las dos historias se desarrollan como una batalla de intelectos en medio de una carrera contra el tiempo. Light acabará por convertirse en el monstruo que Johan es por naturaleza. En ambas series se ponen en consideración cuestiones éticas y morales y una pregunta de difícil contestación: ¿hasta dónde se tiene que estar dispuesto a llegar para detener a un monstruo?

Todo esto ya lo analicé allá por 2014, hoy quiero exponer también algunos de los imitadores reales con los que me he topado. Y es que el manga no dejó a nadie indiferente y la influencia de éste en la sociedad no tardó en ser palpable.

Los seguidores no tardaron en posicionarse en favor de Kira o L y se abrió el debate moral obvio que plantea el tema de Death Note. “¿Tú de quién eres?” y “Si tuvieras una Death Note, ¿qué harías?” son dos cuestiones que aún hoy circulan entre los fans. Esto hizo que llegara fácilmente a todo tipo de público, incluso a gente que no suele leer o ver productos japoneses. En 2006 Madhouse la convirtió en anime y todavía rompió más barreras.

Han habido varios crímenes e imitaciones en todo el mundo basados en la entonces polémica serie. El 28 de septiembre de 2007, dos notas que decían “Yo soy Kira” fueron encontradas cerca de los restos de un hombre en Bélgica. En Richmond, Estados Unidos, un alto funcionario de la Academia Militar Franklin fue suspendido después de ser capturado con una réplica del cuaderno de Death Note con los nombres de sus compañeros anotados en él.

O en el 2008, cuando en Carolina del Sur los profesores de una escuela se hicieron con una Death Note de un estudiante que había escrito los nombres de siete de sus compañeros de clase. En Alabama, dos niños de sexto grado fueron detenidos por poseer una Death Note con los nombres de varios estudiantes escritos en su interior, y en Washington, un estudiante de la escuela intermedia fue expulsado y otros tres fueron suspendidos el 14 de mayo de 2008 por tener sus propias Death Note.

Sí, Míriam, estoy deseando leer tu ensayo final, pasan los años, el último capítulo cada vez queda más lejano, y esta historia sigue teniendo mucho que decir.

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Soy Álvaro

El 5 de julio de 1954, mi abuelo inauguraba el ‘Liceo Coll’ en Quart de Poblet. El título de esta web pretende homenajearlo.
Después de muchos años enfocándome principalmente en el deporte olímpico, quiero volver a escribir sobre todo aquello que se me pasa por la cabeza: noticias, cine, literatura, deporte, videojuegos…