Tres comedias muy diferentes
Hace unas semanas descubría a un tipo en Instagram que me hizo reír a carcajadas. Su contenido es absurdísimo, habla mientras juega a videojuegos simplones y la gracia está en su chispa. A veces la clave del éxito se esconde donde menos te lo esperas, porque tipos de humor hay muchos y cada uno tenemos una manera distinta de entenderlo. Los formatos se refrescan dejando a otros obsoletos en muy poco tiempo y me hizo pensar en qué tres series recomendaría porque han sabido bien trascender, bien ser atemporales.
El tipo de humor en Paquita Salas se caracteriza por su ingenio y por los guiños a la cultura pop española. La serie utiliza el formato de falso documental que tan de moda puso Modern Family cuando reformuló el concepto. Y lo hace para crear un ambiente cercano y realista, para que el sarcamo y la ironía de los diálogos no aleje al espectador cuando se referencia a la industria del entretenimiento. De esta manera la excentricidad de Paquita y su mordacidad la convierte en una protagonista con la que poder empatizar pese a que su día a día no sea como el de cualquier otra persona. Lo mágico de esta serie es que se basó en memes, recuperó iconos desfasados y terminó creando nuevos, tanto reciclándolos como creándolos desde cero. Los Javis hacen una caricatura magnífica con pequeñas dosis de metacine.
En Poquita fe tenemos al que seguramente sea el mejor humorista español como cabeza de cartel. Raúl Cimas usa el costumbrismo, lo cotidiano y lo absurdo. Lleva tesituras del día a día al extremo. Giros inesperados de situaciones habituales. Episodios muy breves con personajes muy reales. La sátira es más suave, hay cariño en la burla, pero acaban haciéndote reflexionar porque la comedia es adulta. Hay humor en lo insignificante, en detalles que pasamos por alto. Su impredecibilidad la hace divertidísima. Retuerce circunstancias familiares hasta sacarte esa sonrisa.
Y la joya de la corona, la que seguramente sea la mejor serie que se ha hecho en este país en el género. El fin de la comedia. La multipremiada serie de culto de Ignatius Farray ha reconciliado a muchos con su extravagante y estrafalaria figura. Una comedia en ocasiones incómoda por reflejar la intimidad de los fracasos y enfrentarlos con el surrealismo. Por los contrastes de autocrítica y provocación con intensas dosis de realidad. Por preguntarse su propia finalidad. Inspirada en su biografía, muestra su vulnerabilidad para que el espectador se ría de forma interna mientras le da una vuelta al significado de cada capítulo. Explora el patetismo y logra una complejísima mezcla de humanidad y humor. Es única, nada convencional. No recurre a chistes para conseguir hacer reír. Tan bizarra como tierna, excelsa por innovadora y porque no solo la sostiene el guion sino cada una de sus piezas. Dos temporadas que saben a poco. A Berto Romero le motivó para hacer otra obra imperdible como su “Mira lo que has hecho”.
Tres series a las que quizá añadiría la trilogía de Vota Juan, Vamos Juan y Venga Juan. Tres temporadas de una misma historia que va mutando su nombre conforme su protagonista (Javier Cámara) ¿evoluciona? como político español. Ocho capítulos cada una. Una radiografía tronchante del sistema español. Pero de series de política mejor hablamos otro día, que es otro melón importante.
Si os interesa la historia del humor a nivel internacional, Wandavision (Marvel) hace un recorrido muy interesante homenajeando a las más importantes de cada década. Desde I Love Lucy (que introdujo por primera vez tres cámaras en plató) en los años 50 a la perspicacia y disfuncionalidad de la familia de Malcolm in the Middle, que ya no era una unidad «perfecta». Pasando antes, en los 70, por La tribu de los Brady y su idealización poco realista del hogar pero que ayudó a integrar socialmente los núcleos familiares reconstruidos. Sin olvidarnos de Padres forzosos o Embrujada, que mezcló la fantasía y la comedia. Un repaso a las comedias de situación con sus risas enlatadas muy original.








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