Cinco aros para engatusarlos a todos
Los valores olímpicos. Ese mantra. El barón de Coubertin, aristócrata antes que reciclador olímpico, pregonaba que los Juegos Olímpicos de la antigüedad se basaban en dos principios básicos: en atletas aficionados y en la unión de culturas por la paz, el entendimiento y el borrado de discriminaciones.
Y con esa supuesta idea los trajo de vuelta en 1896. Pero el amateurismo solo escondía clasismo (que solo practicaran esos deportes los ricos con tiempo libre y por amor al arte) y la paz se ha demostrado que nunca la promovió (ahí están los atentados y boicots que comentamos hace poco). Por no hablar de que ninguna mujer compitió en Atenas en los primeros JJOO modernos y tan solo once lo hicieron en los segundos.
En Amberes 1920 un grupo de empresarios y promotores deportivos vio el potencial del evento y aumentaron su prestigio social y sus arcas utilizándolo en beneficio propio. Como diría Gerard, con ellos empezó todo. Poco bueno iba a salir de un grupo tan opaco.
Todo estaba cociéndose, los orígenes de la corruptela, la FIFA se separó definitivamente del COI, pues no estaba de acuerdo con su ideal de amateurismo y sobre todo quería su propio chiringuito. Que su relación nunca ha sido buena no es ningún secreto, incluso intentan mirarse por encima del hombro (oh, aceptáis sobornos y un mundial en Qatar). En 1991 saltó la liebre del poder, los comités organizadores de Salt Lake City y de Nagano habían ofrecido becas a familiares del COI, obsequios y toda una serie de lujos y privilegios a cambio de ser los elegidos para 1998. A los de los valores y principios olímpicos. Su respuesta fue quemar documentos. Pero unos años después se descubrió que Sídney repitió la misma jugada para obtener los del 2000.
Un problema habitual en la celebración de JJOO es que disminuyen los fondos destinados a organizaciones sin ánimo de lucro, puesto que estos se usan para financiar la candidatura o la organización de las competiciones. Ya pasó en los de Londres 2012, 665 millones de dólares fueron desviados de estas organizaciones para financiarlos. Ese espíritu de superación es difícilmente superable.
Un estudio británico de 2007 (de la Cámara de los Comunes) dejó claro que ninguno de los países sede había podido demostrar un beneficio directo de los Juegos Olímpicos sobre el aumento de participación deportiva por parte de la ciudadanía… lo que quedan son los llamados elefantes blancos. Esas grandes infraestructuras financiadas con recursos públicos que cuando no quedan inconclusas, se descubren innecesarias para los barrios. Y dañinas. Porque a veces incluso hacen subir los precios. ¿Cómo llegan a convencer para realizar esas construcciones? Con estudios exageradamente amañados. Valores.








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